el cartero
hay que ser un tipo de persona muy especial, para llevar siempre encima golosinas para perro, cuando ni siquiera se tiene perro.
o el valor añadido de lo mínimo
hay que ser un tipo de persona muy especial, para llevar siempre encima golosinas para perro, cuando ni siquiera se tiene perro.
una brisa fresca me abraza y de repente, una lluvia de hojas muertas me rodea y mis pies empiezan a chapotear en sus secos crujidos. el otoño, por fin, me saluda.
el último pasajero de la cola había subido al autobús. el conductor cerró las puertas y arrancó, se movió apenas unos metros para volver a pararse en el semáforo en rojo. entonces una pequeña mujer con aspecto sudamericano, resoplando y corriendo golpea con los nudillos el cristal y el conductor abre las puertas. la mujer sube y le dice: "gracias señor conductor". las "gracias" eran necesarias, el "señor" no, pero fue suficiente como para que el hombre al volante esbozara una sonrisa. la mujer no la vio porque estaba entretenida buscando su billete en el bolso mientras el semáforo ya se había puesto en verde y habíamos arrancado otra vez. qué poco cuesta portarse bien con los demás en las pequeñas cosas y qué diferente sería el mundo si estuviera lleno de esos momentos.
se me olvidó apuntar aquí la fecha del primer avistamiento de vencejos, que vue una semana antes de mayo, un poco pronto e impreciso. pero al menos, más vale tarde que nunca
un balón hinchado en el suelo, o deshinchado en un rincón, no sirve de mucho. pero si diez personas lo persiguen de forma ordenada con un objetivo, estúpido sí, pero objetivo, y hace que colaboren entre ellas, piensen en el bien común del objetivo estúpido, hace que te muevas y sudes, hace que te sientas mejor, si hace que vuelvan memorias de tu niñez y de la adolescencia, si incluso hace que te sientas vivo, entonces sí me gusta el deporte. lo que sucede cuando miras es otra cosa.
-"los cuentos de Cortázar se me hacen espesos"