Tuesday, June 06, 2006

misterio en el andén


No pasar. Las prohibiciones siempre incitan a la transgresión. Pero en este caso no lo entiendo. No pasar al otro lado cuando nada te impide estar en uno o en otro lado. Es sólo la indicación absurda para obligar a dar una vuelta al que quiera cambiar de lado, pero ¿por qué? Tendría lógica si fuera, "No estar" o "Peligro". Pero yo estuve a los dos lados aunque no crucé la línea. Quizá por un día, fuera un portal a otro mundo, puede que un andén 2 y 1/2 como en Harry Potter, una broma sin gracia, un olvido de un encargado de la limpieza. La cuestión es que no crucé la línea y me pregunto a dónde me habría llevado el hacerlo. Quizá sólo al otro lado, quizá sólo hubiera sido un pequeño paso en la estación, a lo mejor podría haber ido más lejos, tal vez hubiera avanzado un pequeño paso en el arte de saltarme las prohibiciones estúpidas y sin sentido que el hombre coloca por doquier y que se obedecen sin plantearse su utilidad. Puede que simplemente, no crucé al otro lado porque estaba en el lado que quería estar. Así pues, el desacato sin razón tampoco tendría sentido. Unas tiras de plástico, "no pasar", la fantasía y la libertad y un final ilógico para no encontrar respuestas a preguntas superfluas.

orgullo de poeta

Viejo, mal afeitado, entra con la cabeza gacha y canosa mostrando pocos pelos y desordenados. Sujetando un bastón, sortea a los pasajeros dejando unos pedazos de papel en rodillas distraídas, trocitos a los que nadie hace caso. Algunos incluso se molestan. Otros los miran de reojo con curiosidad fingiendo que no los quieren leer. Yo estoy depié y a mí no me toca, pero se ve por la forma de lo que está escrito que son poemas. Mecanografiados en alguna máquina obsoleta y fotocopiados una y otra vez. Luego los recoge con cierta rabia. Una persona le da algo y se queda el papel. Llegamos a la estación y el mendigo cambia de vagón. Llegamos a otra estación y veo cómo el papelito pasa, por gracia del viajero, del asiento a la papelera del andén. Ahí va el papel, ahí va el poema, ahí va incluso la firma del poeta que aunque pobre, personaliza su obra por si algún día llega a pasar a la posteridad, aunque de momento sólo pase a la incineradora de las afueras de una ciudad que quema lo que rechaza.

despiste y puesta al día

tras un tiempo sin escribir y con milagritos pendientes, retomo este pasatiempo