Thursday, February 08, 2007

Natura


Conduciendo por una autopista se cruza ante mí, magnífica, las alas extendidas, con unas manchas blancas como si fueran ojos, va en mi misma dirección y sentido, lo cual hace que parece que vaya más lenta de lo normal, está escudriñando el suelo. Disminuyo un poco la velocidad para no perderla de vista. Creo que es el águila más grande que he visto nunca. Es hermosa, fuerte y da sensación de serenidad y de paz verla cortando el aire sin esfuerzo, pero parece mover huracanes cuando de vez en cuando bate las alas.

(foto de Aquila chrysaetos-aguila real- extraída de la web)

Frío

En poco tiempo he oído cosas sobre el frío que me han sorprendido no por su novedad, sino por su contrariedad y cercanía en el tiempo. Una de ellas era la sorpresa de un hombre teñido por la historia, de piel reluciente y negra, casi engrasada, que describía su sorpresa al sentir frío por primera vez en España. La otra, puesta en voz de la nostalgia, diciendo que en el franquismo hacía frío. Viví los últimos coletazos de esa época y recuerdo tener sabañones de pequeño y ahora mucha gente no sabe ni lo que son. Hay calefacción en todos los sitios. Vivimos en pijama y zapatillas y la mitad del día transcurre quitándonos y poniéndonos ropa. Recuerdo que la calefacción sólo se ponía a la hora de cenar y recuerdo poner el pijama en el radiador para que estuviera caliente antes de meterme corriendo en una cama helada con la manta hasta el cuello. El pijama sólo se usaba para dormir y en casa se estaba vestido y con jersey. Lo voy a dejar aquí que esto empieza a parecer un episodio de cuéntame.

El abuelo

Ahí va, encorvado, arrugado, con unas gafas enormes, un gorro plano a cuadritos y un bastón, cruzando una concurrida calle de Madrid de cuatro carriles sin mirar, moviendo los pies deprisa aunque no avance demasiado rápido. Me pregunto si al llegar a cierta edad se recupera la inconsciencia de niño. Me recordó demasiado al supermán que se cruzó ante mí hace un tiempo ya, como para no mencionarlo.